La primera confrontación, 2da Parte

La primera confrontación, 2da Parte

El Ohana Kai llevaba a bordo un equipo de la ABC-TV formado por nueve miembros y un helicóptero, aunque las mejores escenas las tomaron los cámaras de Greenpeace desde James Bay. La película del viaje y la carnicería de los cachalotes se difundió por todo el país, y el presidente Carter manifestó su especial interés en verla. 

En julio de 1977 se celebró en Canberra, Australia, la conferencia anual de la IWC, que sirvió de fondo a las manifestacio- nes concertadas por diversos grupos contrarios a la captura de ballenas, entre ellos la Whale and Dolphin Coalition y Project Jonah, que habían logrado un apoyo considerable por medio de una campaña de formación y presión política. Durante la conferencia, flotó en el estanque construido junto al palacio de congresos una ballena blanca hinchable de 12 metros, que terminó en el propio palacio, bloqueando el pasillo de acceso a la sala de reuniones japonesa. La policía y el personal del hotel se vieron obligados a rasgarla con cuchillos, ante la presencia de las cámaras de televisión, para poder retirarla.

El último país de habla inglesa que practicaba la captura comercial de ballenas, Australia, conservaba sólo una estación en la que entraban 600 cachalotes al año —la Cheyne Beach Whaling Co., situada en Albany, al oeste de Australia— y la Whale and Dolphin Coalition pidió ayuda a Greenpeace para cerrarla.

Decididos a triunfar

El 20 de agosto de ese año partió de Sydney un convoy con destino a Albany, distante 4.800 km por las carreteras del sur de Australia, donde debía reunirse con un barco alquilado, el Fabrina, de 21 metros. Sin embargo, en el centro de Nullarbor Plain sufrieron una avería que les retrasó tres días. En ese intervalo, el gobierno australiano anunció su oposición a la protesta y, en consecuencia, el propietario del Fabrina retiró la embarcación.

Sin amilanarse, los activistas continuaron su protesta con dos Zodiacs, y durante el mes siguiente se mantuvieron en la misma línea de fuego. Los arponeros dispararon justo por encima de ellos. La protesta suscitó un interés considerable, y Greenpeace consiguió dar un nuevo golpe de efecto. Cuando la empresa ballenera australiana envió 1.200 toneladas de esperma de ballena (valoradas en 1,2 millones de dólares) en un buque cisterna con destino a Portland, Oregón, Greenpeace alertó al servicio de aduanas de EE.UU., que denegó la entrada al cargamento. El aceite de ballena (descrito como aceite de pescado) se descargó en depósitos en Vancouver, pero Greenpeace informó a los sindicatos locales de la verdadera naturaleza del producto, que se retuvo durante dos meses. con un coste estimado para Cheyne Beach de 250.000 dólares.

Estas acciones contribuyeron a poner a la opinión pública australiana en contra de la captura de ballenas, hasta el punto de que el 70 por ciento de la población declaró que deseaba su prohibición. En septiembre de 1977, el primer ministro Malcolm Fraser anunció la creación de una comisión real para informar de la política ballenera de Australia.

En 1978, mientras la comisión oía las pruebas, representantes de Greenpeace se reunieron con la Whale and Dolphin Coalition y formaron la rama australiana de Greenpeace. 

La comisión presentó sus conclusiones a principios de 1979, y el gobierno aceptó todas sus recomendaciones. Como resultado, se cerró la última estación ballenera de Australia, y se prohibió la captura de cetáceos dentro de la zona de pesca de 200 millas. Además, Australia anunció ante la IWC su compromiso, por razones tanto científicas como éticas, con la prohibición total de la captura de ballenas. Así, en sólo unos pocos años, Australia, no sólo había dejado de ser país ballenero, sino bajo las plataformas salientes del Gem para impedir la descarga de los barriles por el costado.

El retraso de varias horas les impidió documentar el lanzamiento de los dos grandes barriles, pero los botes hinchables estaban ya rodeando al Gem cuando los marineros empezaron a lanzar el resto de la carga, colocando los barriles de dos en dos en la plataforma. Cuando los dos primeros asomaban por el costado, una ola apartó del Gem a la lancha más próxima, y el primer recipiente se estrelló en el mar; pero el segundo, de 270 kg de peso, alcanzó a la lancha. Estuvo a punto de golpear a sus dos ocupantes, reventó una de las cámaras de aire y destruyó el espejo de popa y el motor fuera borda. Interrumpiendo su acción, otra lancha condujo la embarcación averiada a remolque hasta el Warrior. Desde el puente del barco de Greenpeace habían filmado todo el incidente, que poco después se reprodujo en las televisiones de todo el mundo.

Después de realizar la primera de lo que había de convertirse en una serie continua de acciones contra el Gem, el Warrior puso rumbo sur, hacia España. Este país no formaba parte todavía de la IWC, y en la región de Galicia tenía su base Industria Ballenera, S. A., una empresa que explotaba cuatro balleneros dedicados a matar animales de especies en peligro de extinción para vender la carne a japón.

A principios de agosto, el Warrior localizó a los balleneros, que operaban desde dos estaciones situadas al sur de La Coruña. Cuando en el barco encargado de la captura estaban preparando el arpón, Greenpeace lanzó dos lanchas hinchables que volaron a la línea de fuego. Pese a la llegada de dos corbetas de la armada española, que trataron de interrumpir la protesta, el Rainbow Warrior logró enfrentarse al segundo barco ballenero.

Cuando el Warrior se dirigía hacia La Coruña después de tres semanas en el mar, la armada le envió un requerimiento para que entrase en el puerto militar. El Warrior «declinó el ofrecimiento’. apagó las luces cuando el barco del práctico desapareció tras el espigón, levó anclas y partió rápidamente rumbo a Portugal.

En octubre de 1978 el Warrior estaba de nuevo batallando en las heladas aguas de las islas Orcadas, al norte de Escocia, esta vez en defensa de la foca gris. Figuraba en la lista británica de especies protegidas desde 1914, pero la industria pesquera afirmaba ahora que los animales eran muy abundantes y se alimentaban a costa de las poblaciones, ya menguadas, de pescado blanco y salmón del Atlántico Norte.

Para poner fin a esta «crisis», el gobierno británico recurrió a cazadores de focas noruegos, armados con rifles y estacas, para que despachen 900 madres y 1.700 crías. Los cazadores locales obtuvieron licencias para matar otras 3.200 crías. Esta era la primera fase de un programa de descaste de seis años encaminado a reducir a la mitad la población de focas.