El Warrior en acción

El Warrior en acción

También el Rainbow Warrior estuvo atareado durante 1982. Ahora tenía un nuevo capitán, Peter Willcox, un norteamericano de 28 años. En enero y febrero, el Warrior estuvo en acción en la costa oriental de los Estados Unidos, primero en una serie de enfrentamientos con NL Industries, una empresa multinacional que llevaba años vertiendo casi 4.5 millones de litros diarios de residuos férricos ácidos en un punto situado a 15 millas (24 km) de la costa de Nueva Jersey. La protesta del Warrior se hizo coincidir con la vista en Nueva York ante la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) para revisar el permiso de vertido de NL.

El Warrior fondeó en la desembocadura del río Raritan y, cuando los tripulantes vieron la enorme barcaza de NL encargada del vertido, la William N. Taft, cuatro Zodiacs volaron a interceptarla llevando en alto unas señales luminosas rojas. A la mañana siguiente, cuando volvió la gabarra, las cuatro lanchas la acompañaron de nuevo.

Después de este segundo día de protesta, NL trató de lograr una orden de prohibición en los tribunales alegando que Greenpeace formaba parte de una «conspiración para acosar, interferir con sus actividades y destruir la reputación» de NL. La petición fue desestimada pero, mientras tanto, NL había logrado un acuerdo extrajudicial con la EPA en virtud del cual podía continuar con los vertidos.

La protesta se reanudó, y esta vez tres miembros de Greenpeace se esposaron a la cadena del ancla de la barcaza. Como la operación de vertido se había convertido en centro de atención, NL estaría sometida en el futuro a observación mucho más estricta.

Tras intervenir en la protesta contra la cacería anual de focas en Terranova, el Warrior recaló en St. John, New Brunswick, para prestar apoyo a la extendida oposición a los planes canadienses de enviar en barco a Argentina 3.000 barras de combustible nuclear para alimentar el reactor nuclear de Embalse. Greenpeace y otros grupos temían que el material se desviase para utilizarlo con fines militares, puesto que Argentina se había negado a firmar el Tratado de no proliferación nuclear.

Estas y otras acciones similares mantuvieron al Rainbow Warrior ocupado hasta bien avanzado el año, momento en que inició su primer viaje por el Pacífico para llevar a cabo una serie de importantes acciones de protesta contra los balleneros. Entre tanto, se estaban produciendo en Europa acontecimientos trascendentes que harían el viaje aún más oportuno.

El 23 de julio de 1982, en la reunión de la IWC que se celebraba en Inglaterra, se decidió por 25 votos a favor, 7 en contra y 5 abstenciones poner fin a todas las actividades comerciales de captura de ballenas durante tres años, lo que constituía un logro histórico para los partidarios de la conservación de las ballenas. Pero el 4 de noviembre, cuatro de los ocho países balleneros presentaron objeciones a la decisión de la IWC: Unión Soviética, Japón, Noruega y Perú. Greenpeace decidió convencerles de que retiraran las objeciones y, como el Warrior estaba por entonces relativamente cerca de Perú, este país se convirtió en el primer objetivo.

 Operación clandestina

En tres días, el Warrior recorrió 500 millas (800 km) y penetró en aguas peruanas, donde empezó a buscar los barcos propiedad de la empresa Victoria Del Mar (Vicmar), que en realidad está dirigida y controlada por japoneses. Al cabo de tres días, los tripulantes del Warrior avistaron al ballenero Victoria 7 rumbo al puerto de Paita.

En tierra tenía lugar un acalorado debate respecto de la objeción presentada por Perú ante la IWC. La Unión Peruana de Pescadores votó a favor de la moratoria. Los trabajadores de Vicmar y millares de habitantes de Paita firmaron declaraciones en contra de las malas condiciones de trabajo y los bajos salarios de Vicmar y en apoyo de Greenpeace. Vicmar respondió diciendo que Greenpeace estaba pagada por una empresa ballenera de EE.UU. El gobierno empezaba a sentir la presión de la opinión pública internacional materializada en una avalancha de telegramas.

Las autoridades reaccionaron rápidamente a la presencia de Greenpeace, imponiendo una multa de 3.000 dólares por «uso no autorizado de Zodiacs» después de que Athel von Koettlitz y Raphael Demandre encadena en sus lanchas neumáticas al pasamanos de popa del Victoria 7, aunque más tarde retirarían los cargos.

Sin amilanarse, otros seis miembros de Greenpeace abordaron el Victoria 7 el 13 de diciembre y se encadenaron al cañón arponero. mientras el capitán del Warrior, Peter Willcox, trepaba al mástil del ballenero y colgaba una pancarta desde la cofa.

Como más tarde relataría Campbell Plowden en el Greenpeace Examiner, «Acababa de terminar un día muy caluroso y por la noche, dormimos por turnos junto al arpón inutilizado. Nuestra tranquila guardia se vio bruscamente interrumpida a las 3 a.m. hora en que subieron a bordo unos soldados armados con ametralladoras. Pasamos el día detenidos en la oficina del comandante del puerto. de donde fuimos trasladados, siempre bajo custodia, al Rainbow Warrior, que habían tomado mientras nos detenían a nosotros»

Durante cierto tiempo, la situación fue muy negra. Siguiendo el ejemplo de España, las autoridades peruanas desmontaron la chumacera del Warrior, precintaron el cuarto de radio y colocaron cinco guardias armados a bordo. Los miembros de Greenpeace se enteraron de que corrían peligro de ser acusados de piratería, delito por el que se les podía imponer una pena máxima de 20 años.

Por fortuna, el 17 de diciembre, el fiscal decidió que no había pruebas suficientes para mantener la acusación de piratería, y los activistas de Greenpeace quedaron en libertad con una multa.

Seis meses después, el Warrior estaba empeñado en una nueva acción anti ballenera que, en términos de publicidad, suscitará aún más atención que las primeras expediciones de 1975 y 1976. Greenpeace volvía a la Unión Soviética, esta vez a Siberia.