Operación Clandestina, parte 2

Operación Clandestina, parte 2

Organizada de modo que coincidiese con la reunión de 1983 de la IWC en Brighton, Inglaterra, la misión partió en la madrugada del domingo 17 de julio de Nome, Alaska. Veinticuatro horas más tarde, el Warrior penetró directamente en aguas soviéticas y avanzó hacia la estación ballenera. Acababan de entrar en la más ominosa región de la Unión Soviética; y sin autorización.

Resultaron elegidos para dirigirse a la costa en tres lanchas neumáticas y filmar las operaciones balleneras cinco miembros de Greenpeace: Christopher Cook, David Rinehart, Ron Precious, Nancy Foote y Barbara Higgins. «Los cinco desembarcamos para rodar y distribuir literatura entre los incrédulos trabajadores de Inuit, que estaban descargando carbón de una vieja gabarra. Hacía una hermosa mañana; conforme levantaba la niebla, íbamos fotografiando cada vez más cosas de la estación ballenera y de las jaulas con animales situadas encima»

De repente empezaron a oírse motores, y vieron una pequeña caravana de camiones militares que se acercaba rugiendo por una cuesta. Cuando los soldados saltaron a tierra, Nancy Foote tomó rápidamente conciencia de su situación: «Me encontraba en territorio soviético sin autorización, rodeada de soldados y ante la posible perspectiva de ir a la cárcel o comparecer ante un pelotón de ejecución»

Los cinco fueron detenidos, así como Pat Herron, que abandonó el Warrior en un bote neumático para entregar un despacho de radio con el fin de que el traductor al ruso de Greenpeace, un desertor de Alemania oriental llamado Wolfgang Fischer, pudiera comunicarse con el comandante soviético.

Entretanto, el Warrior, que había filmado el incidente, enfiló a mar abierto a toda máquina con la valiosa película. Un helicóptero militar zumbaba por encima, y en la pantalla del radar aparecían dos barcos que se acercaban rápidamente. Junto al límite de 12 millas (19 km) de las aguas territoriales, una cañonera soviética les cerró el paso, a la vez que varios helicópteros evolucionaron sobre el barco tratando de detenerlo.

Willcox maniobró el Warrior diestramente y se negó a ceder. Cuando el abordaje parecía inminente, Jim Henry se ofreció voluntario para llevar a Noma en una de las lanchas neumáticas rápidas la película del centro ballenero. Pronto salieron en su persecución helicópteros y lanchas rápidas, que le siguieron durante dos horas.

Por fin, uno de los helicópteros se acercó tanto que las olas formadas por los rotores volcaron el bote y lanzaron a Henry al agua helada, donde evitó por poco la hélice de la lancha, que giraba alocadamente sin control. Desde el Warrior vieron con prismáticos cómo izaban al helicóptero y se lo llevaban a tierra para unirlo a los otros detenidos. El Warrior enfiló hacia la lancha neumática y Bruce Abraham, el tercer oficial, saltó al chinchorro para ayudar a izarlo a bordo, rompiéndose un tobillo al caer. Para su satisfacción, encontraron la película oculta en el fondo del bote.

El Warrior se encontraba en el mar de Bering, perseguido por una cañonera y otros barcos. Los helicópteros lanzaban destellos a proa y, en tres ocasiones, la cañonera se acercó por la popa y les ordenó detenerse. Un carguero soviético les cortó el camino tratando de encerrarlos, pero Peter Willcox salió del atolladero. La persecución aún había de prolongarse durante diez horas antes de que el Warrior se viese en libertad.

Tras varios días de tensión, los miembros de Greenpeace que habían quedado en la costa se preparaban, por fin, para su liberación. No los encarcelaron gracias al amplio eco que el incidente encontró en la prensa y a las continuas llamadas telefónicas que bloquearon las líneas de las embajadas soviéticas en todo el mundo.

Los activistas serían entregados, a bordo del Warrior, al alcalde de Nome, autorizado por el Departamento de Estado de EE.UU. para hacerse responsable de ellos. Recibieron al barco de Greenpeace cinco buques soviéticos, entre ellos dos de guerra, frente a las costas de la isla de St. Lawrence, en el mar de Bering. justo al este de la línea internacional de cambio de fecha; la entrega se realizó a la luz del sol de medianoche.

La expedición fue noticia de primera página en Londres y Nueva York, y se convirtió en la acción de Greenpeace más difundida hasta el momento. En Inglaterra, el director ejecutivo John Frizell mantuvo un debate televisado con un funcionario soviético y en Canadá el incidente dio pie a montones de artículos periodísticos.