Una fuente de fondos

Una fuente de fondos

Metcalfe se comprometió encantado. Tras la protesta de Amchitka, Lim Bohlen, satisfecho por la interrupción de las pruebas nucleares en la isla, decidió dedicarse a otras cosas. y Metcalfe se convirtió en presidente de la Fundación Greenpeace. Irving Stowe había administrado tan acertadamente los fondos de la organización, que ésta disponía después de Amchitka de 9.000 dólares; Metcalfe decidió al momento que este dinero serviría para financiar la expedición a Mururoa.

Mientras que el Dr. Patrick Moore, veterano de Amchitka, preparaba un viaje a Nueva York y Europa con la intención de lograr que las Naciones Unidas incluyesen un debate sobre pruebas nucleares en la próxima conferencia de Estocolmo, Metcalfe le pidió que se uniese a McTaggart a bordo del Vega como operador de radio, y voló a Nueva Zelanda con unos 2.500 dólares para pagar el equipo del barco.

McTaggart se afanaba frenético en los preparativos de la quijotesca expedición. Como tripulantes escogió a Nigel Ingram, un navegante británicode 26 años graduado en Oxford que había sido alférez en la Royal Navy y tenía experiencia en la navegación a vela; Roger Haddleton, quien durante seis años había servido como sondador en la Royal Navy; y Grant Davidson, de 26 años, sin experiencia en el mar, pero buen cocinero y empeñado en hacer el viaje.

Las autoridades hicieron todo lo posible por impedir la expedición. Preocupados por las repercusiones de la protesta sobre el comercio de leche con Francia, los funcionarios neozelandeses inspeccionan meticulosamente el barco, confiscaron una pistola (arma que llevan como medio de defensa todos los navegantes) y encarcelaron a McTaggart durante una noche por «contrabandear» con unos relojes que había comprado en Fiji.

Pero el último día de abril, el Vega partió de Westhaven Harbour. Llevaba cosido a la vela el nombre de Greenpeace III, junto con los símbolos de la paz y la ecología.

Durante los primeros días de viaje recorrieron una distancia extraordinaria, empujados por fuertes vientos que les impulsan a una velocidad doble de la prevista. Pero este prometedor comienzo se vio estropeado por las averías de la radio y las tensiones en el seno de la tripulación. El fallo desde el principio del equipo de radio de largo alcance les impidió comunicarse con el mundo exterior. Los conflictos de personalidad se centraron en torno a Metcalfe, que no sólo se mostró físicamente inadaptado e incapaz de realizar las tareas que le corresponden, sino que además rivalizó con Mctaggart por el mando de la embarcación.