Alzar el vuelo 

Alzar el vuelo 

En Alemania se desarrollaba una protesta igualmente decidida. El 28 de agosto, el globo de aire caliente Trinity voló por encima del muro de Berlín y penetró en Alemania oriental llevando peticiones de paz y desarme.

«El espacio aéreo de Berlín lo controlan las grandes potencias, EEUU., URSS, Francia y Reino Unido», se afirmaba en un comunicado de Greenpeace, «por lo que la ciudad constituye un foro único para protestar a la vez contra estas naciones, que realizan todas pruebas nucleares»

En la barquilla del globo iban Gerd Leipold, alemán, y John Sprange, británico. «La preparación fue larga», afirma Leipold. «Pasamos dos meses en Alemania aprendiendo a volar. Una vez en Berlín, teníamos que asegurarnos de que nadie nos detectara.

Tuvimos que esperar una semana hasta que los vientos fueron propicios. Fueron días de mucho nerviosismo, durante los cuales nos levantábamos a las 3 de la madrugada para comprobar el estado del tiempo». 

Cuando empezó a soplar el viento apropiado, el madrugador vuelo de 40 minutos se inició sin contratiempos. Cruzamos el muro y aterrizamos enseguida. Unos 10 ó 15 minutos más tarde nos detuvieron, con muy buenos modos. Esperaron órdenes, y al cabo de aproximadamente cinco horas nos devolvieron».

Por el contrario, el globo permaneció bajo custodia. (El 8 de noviembre de 1984, un tribunal de Berlín occidental impuso a los activistas una multa de 700 marcos tras hallarlos convictos de importar a Berlín «material para bélico» y de utilizar ilegalmente el equipo de radio durante el vuelo.)

Durante el verano se realizaron nuevas e imaginativas acciones de protesta en torno al mismo tema. Greenpeace compró un autobús y lo transformó de manera que pareciese uno de los autobuses de dos pisos de Londres, pero equipado con techo deslizante y una escalera telescópica. El 11 de junio de 1984, en el corazón de Londres, dos escaladores el profesor británico Ron Taylor y Renato Ruf, un montañero de Zurich sorprendieron a las autoridades empleando este vehículo para alcanzar los andamios que rodeaban la torre del reloj de las Casas del Parlamento, el conocido Big Ben, y escalar los 55 metros que les separaban de él. Allí permanecieron 11 horas y colgaron ante la esfera del célebre reloj una pancarta con letras de 2 metros de altura en la que se leía: «Hora de interrumpir las pruebas nucleares»

Dos meses más tarde, el 6 de agosto, otros cuatro escaladores de Greenpeace hicieron algo parecido en el puerto de Nueva York, donde subieron por el andamiaje que rodeaba la Estatua de la Libertad.

Esta vez la pancarta, colgada el día de Hiroshima, rezaba: «Liberadme de las armas nucleares. Alto a las pruebas»

Aunque estaba ampliando el ámbito de sus campañas. Greenpeace jamás perdió de vista su compromiso con las ballenas y, durante 1984, siguió llamando la atención hacia los países que las capturaban, sobre todo Japón y la Unión Soviética.