El juego del ratón y el gato

El juego del ratón y el gato

El 19 de marzo de 1981, el Rainbow Warrior llegó a las proximidades de la costa oriental de Canadá para tomar parte en la protesta contra la muerte de 15.000 cachorros de focas de casco. Seis días más tarde, después de jugar al ratón y al gato con el MV Baffin, un barco de protección de las pesquerías canadienses, fue remolcado fuera de la zona sin más ceremonias y el organizador de la campaña, Allan Thornton, fue detenido. También resultaron detenidos dos miembros de la tripulación, Chris Robinson y Willem Beekman, de los Países Bajos, a quienes se acusó de violación de los reglamentos de protección de las focas, porque las habían rociado con un pigmento verde para privar a las pieles de valor comercial. A los tres se les impuso una multa de 2.000 dólares y una condena condicional de tres años de cárcel. la presencia de Greenpeace había interrumpido la matanza.

Pero el cruce del Atlántico había pasado la cuenta al barco, que necesitaba reparaciones urgentes. La tripulación del Warrior se había preparado para salir rápidamente y habían hecho la travesía muy deprisa», recuerda Steve Sawyer, que por entonces trabajaba para Greenpeace International como gerente del barco. «Habían deformado la hélice, hacía agua por todas partes. los instrumentos electrónicos no funcionaban. Los cables estaban todos revueltos, las máquinas no se encontraban en buena forma, los imbornales estaban atascados y habían atravesado el Atlántico con unos 15 cm de agua dentro del puente. Era un completo desastre».

El trabajo de Sawyer consistía en devolver al barco su buena forma. De vuelta de un viaje a Georges Bank, una productiva zona pesquera de la costa noreste de EE.UU., donde el Warrior había ido para protestar contra los planes de abrir perforaciones petrolíferas. Se declaró un incendio en la sala de máquinas, y parte del sistema de propulsión quedó destruido. La reparación en un astillero profesional costaría alrededor de seis meses y 650.000 dólares. Ante semejante perspectiva, Sawyer y su grupo llevaron el barco a Stonington, Maine, donde realizaron el trabajo ellos mismos por mucho menos dinero y en la mitad de tiempo. «Al final teníamos un barco un poco más rápido y con dos veces más autonomía y capacidad de maniobra», comenta Sawyer. En dique seco los miembros de Greenpeace ahorraron tiempo y dinero encargándose ellos mismos de reparar el Rainbow Warrior.

Acción internacional

En 1981, Greenpeace bullía de actividad. Las protestas se multiplicaron por todo el globo, y en el curso del año se realizaron alrededor de medio centenar de acciones en apoyo de un número de campañas cada vez mayor.

Los activistas de Greenpeace de Cherburgo ocuparon unas grúas para impedir la carga y descarga de combustible nuclear agotado en Tacoma, Washington, escalaron una chimenea de 170 metros de altura para protestar contra la lluvia ácida. En Europa fueron particularmente espectaculares las acciones contra los barcos encargados de verter residuos nucleares; en este terreno, el Sirius fue la principal estrella. El barco dejó el astillero el 13 de julio, y partió hacia el sur para enfrentarse con el Gem en el vertedero UKAEA, situado a 600 millas (1.000 km) al suroeste de Finisterre (Cornualles). En este viaje de protesta contra los vertidos, Greenpeace trató de capturar uno de los barriles de tres toneladas en una balsa hinchable vacía para llevarlo a tierra y analizarlo. Los marineros del Gem emplearon bicheros para subir a cubierta una de las lanchas, que a continuación destruyeron. Dejaron caer uno de los barriles sobre el motor fuera borda de la lancha Delphius, que quedó inmovilizada. Varios de los activistas resultaron lesionados por los chorros de agua a alta presión que les dirigían desde el barco para apartar los botes.

Pete Wilkinson declaró al Sunday Times: «Los barriles nos pasaban a centímetros, y uno de los marineros gritaba ‘es vuestro funeral’. Era increíble; pensábamos que iban a matar a alguien”. Ignorando el peligro, los activistas de Greenpeace lograron retrasar los vertidos durante seis horas y, una vez más, atrajeron la atención de la prensa internacional hacia el asunto de los vertidos.